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Los Clavados en Río 2016: O la historia de un accidente fortuito

Written by x-cellence

Brasil, más concretamente Río de Janeiro, es el lugar donde el mundo entero tiene puesto sus ojos en estas fechas. Los juegos olímpicos de Río 2016 nos regalarán de seguro con más de una imagen histórica. Algunas nos harán celebrar el triunfo de la esperanza ante la adversidad, otras nos harán llorar al ver caer a nuestros ídolos ante las pruebas (en el caso de los rusos ante las pruebas de laboratorio) pero pocas imágenes nos sacudirán con una mezcla de duda, asco e incomprensión. Después de todo, estos tres elementos no suelen asociarse a las Olimpiadas. Y sin embargo, Río 2016 ya tenido la primera de estas imágenes: una piscina verde, devorada por las algas.

Las fotos y los vídeos de la final de clavados femeninos dieron la vuelta al mundo. Ante el pavor de las atletas de medio orbe, los organizadores les ordenaron continuar con la prueba y lanzarse de cabeza en una piscina verde. Pero no ligeramente teñida de verde, no, verde que te quiero verde, verde como el trigo verde y verde verde limón. Y mientras los entrenadores de las diferentes selecciones internacionales discutían acaloradamente con los miembros del Comité Olímpico Internacional y las autoridades brasileñas, sobre la salubridad de tirarse en esa sopa de algas, las atletas empezaban a transformarse al salir del agua. Sus puntuaciones también. Algo estaba pasando. Los susurros corrían entre las distintas delegaciones, y las clavadistas salían entre sonreídas y perplejas y corrían a comentar “algo” a sus compañeras.

Ese “algo” era que el verde oscuro de las aguas hacía de blanco perfecto para calcular el clavado. ¡Las puntuaciones mejoraron entre 10% y 30%! Y es que resulta ser que cuando un clavadista se lanza, una de las cosas más importantes que debe cuidar, es su posición relativa contra la piscina. Algo que dando vueltas a toda velocidad entre un cielo azul claro y un agua azul clara (casi el mismo tono) se vuelve muchas veces una tarea bastante complicada, por no decir imposible. Pero en Río el agua verde oscura de la piscina hacía un contraste perfecto contra el cielo azul, permitiendo a las clavadistas femeninas ubicar con exactitud que era el cielo y que era su acuático blanco.

Esta mejora accidental, es uno de los ejemplos más claros de uno de los principios fundamentales del management: De los errores se aprende. De los accidentes se aprende. Y de las debilidades se pueden sacar fortalezas. El cambio, siempre educa. Y de las modificaciones es que se introducen las mejoras. Ahora, luego de los ya apodados “clavados Hulk” muchos equipos se plantean colorear artificialmente el agua, para incrementar el contraste entre cielo y piscina, y aumentar la efectividad de los clavadistas. Lo único malo detrás de todo esto, es que la piscina lateral a la de clavado, la dedicada al waterpolo, también se está cubriendo de algas…¿Pensarán lo mismo los jugadores de waterpolo?

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