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La trampa samurái que derrotó a Nadal

Written by x-cellence

Rafael Nadal, sin duda uno de los mejores tenistas de la historia, contará para siempre en su hoja de vida con el amargor de saber que fue derrotado el 14 de agosto de 2016, durante los juegos olímpicos de Río, por el joven tenista japonés Kei Nishikori. El partido estuvo marcado por una inexplicable y repentina ausencia de Nishikori, que pasó más de 12 minutos en los lavabos a mitad de juego. Esto ha desatado la polémica y quizás -solo quizás- oblige en los meses venideros a la AFP a crear nuevas reglas sobre cuánto tiempo -y bajo qué circunstancias- puede un jugador abandonar la cancha.

Sin embargo para entender este histórico duelo, que le arrebató a España la medalla olímpica de bronce y le destrozó los nervios a Nadal, es necesario remontarnos mucho, mucho tiempo atrás, hasta la mañana del 13 de abril de 1612. Una mañana cualquiera para el mundo occidental, pero épica para la cultura nipona. Una mañana donde se produjo otro duelo como el que sostuvieron Nadal y Nishikori. Tan curiosamente similar en resultados y estrategia utilizada que es imposible no compararlos. Un duelo que lo único que tuvo de diferente es que, en lugar de tenistas, involucró samuráis. A los dos mejores samuráis del mundo para ser exactos.   

Una técnica milenaria sacada del libro de los Cinco Anillos   

La mañana del 13 de abril de 1612 Miyamoto Musashi llegó a la isla de Funajima para enfrentarse al que era considerado el mejor samurái de Japón: Sasaki Kojirō “El Demonio de las Provincias Occidentales”. Musashi llegó tarde al duelo, tardísimo. Además llegó sucio, despeinado y sin bañarse. Y para más inri, llegó con una espada de madera que apenas acababa de tallar, usando uno de los remos del bote que le transportó a la isla. Su desprecio y despreocupación por su oponente eran absolutamente evidentes. Y Musashi se esforzó por que así pareciera. 

Sasaki Kojirō, indignado por ver a su contrincante llegar tan tarde, sucio y con una espada de madera como arma de elección para un duelo a muerte, se sintió tan ofendido que explotó en un arranque de ira y corrió con su katana en alto a cortarle la cabeza a Musashi. El duelo duró apenas unos segundos. Musashi le propinó un garrotazo salvaje a un desconcentrado Kojirō, que en su furia, olvidó los principios más básicos del esgrima samurái: Calcular el movimiento del oponente. Tirando el remo a un lado, Miyamoto Musashi se embarcó en su pequeño bote y se largó de la isla, convertido ahora en el mejor samurái de Japón.

En las décadas siguientes, cuando le preguntaban a Musashi porque había hecho lo que había hecho, el samurái respondía “Kojiro era mejor que yo. Mucho mejor. Pero no más listo. Si no le desconcentraba yo hubiera muerto. Lo ofendí, llegué tarde y sucio y con un bokken (arma de madera) Llegué asustado, pero demostré desinterés, demostré despreció. Lo desesperé. Hice lo que tuve que hacer para vencer. Para sobrevivir. El mejor es que el sobrevive. El murió yo sobreviví. Nadie discute que ahora yo soy el mejor”    

Para cualquiera que haya visto el partido Nadal-Nishikori las similitudes son espeluznantes. El atleta nipón comenzó ganando y cuando Nadal le remontó el partido, abandonó el campo sin dar razón alguna. Se metió en los baños y se quedó allí más de 12 minutos. En el ínterin de su ausencia, Rafael Nadal se desesperó. Se sentó, tomó agua, se paró, se sentó de nuevo, buscó al juez, se quejó, se sentó, tomó más agua, se quejó de nuevo, gritó, se quejó otra vez, se frustró y cuando ya era imposible para Nishikori permanecer escondido – porque las autoridades Olímpicas le exigían salir a la cancha – Rafael Nadal estaba total y absolutamente desconcentrado. Y el japonés dio rápida cuenta del mejor tenista del mundo. 

La historia de Musashi se enseña en las escuelas básicas de Japón, forma parte del ethos japonés, y es uno de los pilares fundamentales del Libro de los Cinco Anillos. Uno de los textos más importantes de estrategia del mundo, escrito por el propio Musashi años antes de morir. Es imposible que el tenista japonés Kei Nishikori no conociera esta historia. Y es evidente que Rafael Nadal si la desconocía. ¿Habrá pensado Nishikori que Nadal era indiscutiblemente mejor que él?¿Usó el nipón este truco para vencer a todo costo? Eso solo lo sabrá Nishikori, pero lo que sí es indiscutible es que, mientras el japonés se retiraba de la cancha entre los abucheos de todo el estadio, mientras le gritaban desde la bancada española que había jugado sucio, mientras los periodistas se arremolinaban a su alrededor para preguntarle qué había estado haciendo en el baño, Kei Nishikori abandonaba la cancha como su compatriota hace 400 años. Como el sobreviviente, como el vencedor, como el mejor. 

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